PRESENTACION

Intentaremos presentar en este blog material fílmico para aproximarnos al conocimiento de la historia del antisemitismo, nazismo,, el genocidio judío (Shoá) - definido por algunos autores como uno de los hechos trascendentales del siglo XX por su magnitud, significación y proyección en el futuro - y todo tipo de discriminación.
Este es un aporte a la lucha contra el olvido y la negación, al fortalecimiento de la memoria para evitar que estos hechos se repitan y un homenaje a las víctimas y los sobrevivientes que nos permiten a través de sus testimonios, experiencias y vivencias mantener vivo el recuerdo y la fortaleza de espíritu en esta lucha por el Nunca más!!

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Esperamos que la visita les permita encontrar material útil a sus objetivos, tanto personales como profesionales...Bienvenidos!!

miércoles, 23 de abril de 2008

LOS FALSIFICADORES











Título original: Die Fälscher. Año: 2007
Origen: Austria – Alemania. Duración: 98 min.
Color. Idioma: alemán, ruso, hebreo, inglés

EQUIPO TECNICO

Director: Stefan Ruzowitzky
Guión: Stefan Ruzowitzky / Adolf Burger, sobre su propio libro
Productores: Josef Aichholzer / Nina Bohlmann
Música original: Marius Ruhland
Fotografía: Benedict Neuenfels
Edición: Britta Nahler
Diseño de producción; Isidor Wimmer
Escenografía: Christian Kruger / Gerhard Krummeich / Johannes Slapa
Vestuario: Nicole Fischnaller
Maquillaje: Waldemar Pokromski
Efectos visuales: Joerg Bruemmer
PROTAGONISTAS
Karl Markowics (Salomon Sorowitsch
August Dehl (Adolf Burger)
Devid Strtiesow (Freidrich Herzog)
Martin Brambach (Holst)
August Zirner (Dr. Klinger)
PREMIOS Y NOMINACIONES
Oscar de la Academia de Cine de Hollywwod 2008, Mejor Película Extranjera
Festival Internacional de Cine de Berlín, 2007, Nominado Mejor Director (Stefan Ruzowitzky)
Academia de Cine de Alemania, Premio a Mejor Actor de Reparto (Devid Striesow); nominada a Mejor Ftografía (Benedict Neuenfels); Mejor Vestuario (Nicole Fischnaller); Mejor Actor Principal (Kart Markowics)Mejor Diseño de Producción (Isidor Wimmer); Mejor Guión (Stefan Ruzowitszky)
COMENTARIOS
Del director Stefan Rusowitzky

"Grandes cineastas austriacos han trabajado aquí en Hollywood. Billy Wilder, Fred Zinnemann, Otto Preminger; muchos de ellos debieron dejar mi país escapando de los nazis. De alguna manera, tiene sentido que la primera película austriaca ganadora del Oscar sea sobre los crímenes del nazismo". Con la estatuilla entre las manos, el director Stefan Ruzowitzky (46 años) agradecía el galardón por Mejor Película Extranjera el pasado domingo 24 de febrero. La distinción obtenida por "Los falsificadores" ("Die Fälscher", 2007) hacía que una vez más un drama inspirado en el Holocausto acaparase el elogio de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas. "Quise hacer un filme que no torturase al público. La idea no era hacer sufrir porque sí, sólo porque el tema es terrible", comenta Ruzowitzky a Artes y Letras desde su Viena natal.Cuenta que, en dos semanas, dos productores distintos se acercaron a él con la misma idea en mente: adaptar y dirigir las memorias de Adolf Burger, un judío eslovaco sobreviviente de la guerra que participó en la Operación Bernhard, el caso de falsificación de dinero más grande de la historia. Así se gestó el proyecto que unos años más tarde entregaría el primer Oscar a su realizador, no sin antes reabrir heridas en Austria y Alemania, donde lidiar con el pasado nazi aún crea encendidas controversias.
La jaula de oro
La película de Stefan Ruzowitzky se basa en uno de los planes secretos más ambiciosos del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. La operación que la inspira fue echada a andar en 1942 y tomó el nombre de "Bernhard", aludiendo a quien fuese su jefe, Bernhard Krüger (Friedrich Herzog en la película). El proyecto consistía en imprimir libras y dólares falsos con una doble misión: hundir las economías de los enemigos mediante una inflación sin precedentes y financiar los gastos de guerra que por entonces debilitaban fuertemente a Alemania. Krüger, bajo las órdenes de Himmler, seleccionó a judíos confinados en distintos campos de concentración, quienes, según sus antecedentes de detención, sobresalían en cada una de sus destrezas. Ciento cuarenta prisioneros -artistas, coloristas, impresores, dibujantes y expertos banqueros- fueron trasladados a las barracas 18 y 19 del campo de Sachsenhausen, en Brandenburgo. Así, "Los falsificadores" se centra en la historia de uno de ellos, el ruso Salomon Smolianoff (Sorowitsch en el filme), criminal experto en impresión de documentos falsos que queda a la cabeza de la misión. La vida en esta "jaula de oro", como se conocía a las barracas, era un paraíso comparado con la realidad que se vivía afuera en el campo de concentración. Los prisioneros tenían camas individuales, colchones y frazadas; la comida no faltaba, no usaban uniforme e incluso existía una sala de juegos. No obstante, por el alto grado de confidencialidad de la operación, las amenazas de muerte eran habituales y todos esperaban ser eliminados una vez finalizado el trabajo.Ruzowitzky contó con el apoyo y la supervisión de uno de los falsificadores reales, Adolf Burger, quien escribió sus recuerdos de aquellos días en "The devil's workshop" ("El taller del diablo", 2006). Consciente de que el cineasta no intentaba hacer un documental, Burger permitió que varias partes de sus memorias fuesen adaptadas, lo que generó más de alguna molestia entre quienes conocían la historia verdadera. Tal fue el caso del periodista estadounidense Lawrence Malkin, autor del libro "El falsificador de Hitler" (Aguilar Santillana, 2006), quien ha criticado duramente la forma en que el director y guionista modificó la historia real en pos de un guión atrayente y efectivo. "Mi crítica es simple y concisa: Ruzowitzky dice estar contando una historia real y establece una falsa moral a partir de ésta", comenta.
Mentira millonaria
El complot nazi para destruir la economía del imperio británico se esbozó dos semanas después del comienzo de la guerra, el 18 de septiembre de 1939, aunque no se pondría en marcha hasta tres años más tarde. Entre 1942 y 1944, un total de 132 millones de libras esterlinas (siete billones de dólares de hoy) fueron producidos en Sachsenhausen, "cuatro veces el valor de las reservas del Banco de Inglaterra", según se especifica en la película. El nivel de perfección que alcanzaron los billetes fue tal, que ninguno de los empleados bancarios ingleses y suizos que los examinaron antes de aceptarlos notó que se trataba de falsificaciones. Al poco tiempo, una gran suma de este dinero fue introducido exitosamente en los mercados internacionales y los billetes de 5, 10, 20, y 50 libras comenzaron a circular sin dificultad por los países neutrales y las Bolsas de Turquía, Suiza, España, Suecia e Italia.Luego de los resultados obtenidos con la libra, vino una nueva tarea: el dólar. Mientras parte del equipo falsificador intentaba boicotear el plan atrasando el trabajo, el Ejército Rojo avanzaba hacia Berlín, forzando a los nazis a huir hacia otras ciudades. En la película, los prisioneros permanecen en Sachsenhausen hasta su liberación, no así en la vida real: cuando cayó el frente oriental de Alemania, el taller y los reclusos fueron trasladados a Austria, donde luego serían liberados por las tropas estadounidenses. Según el libro de Malkin, la potencia del Eje usó el dinero falso, entre otras cosas, para comprar materias primas, adquirir oro, reforzar a las tropas de la SS en los Balcanes y financiar las misiones del famoso espía albanés apodado "Cicero". Varias cajas de libras falsas fueron encontradas en 1959 en el lago Toplitz, en los Alpes austriacos, donde los nazis arrojaron toda posible evidencia de la operación. El resto del dinero fue lentamente sacado de circulación por el Banco de Inglaterra, hasta desaparecer completamente de los flujos monetarios durante la década del '80.
La moral y la resistencia
El conflicto que atraviesa a toda la película se centra en la pugna interna de cada prisionero, que debe confrontar sus anhelos de supervivencia con la vergüenza de llevar una existencia cómoda, en contraste con el frío, la inanición y la muerte que reina alrededor de las barracas. "No les doy el placer a los nazis de sentirme avergonzado para vivir", afirma en la película el ruso Sorowitsch, cuando Burger, su colega falsificador, le reprocha que es más digno morir antes que colaborar en el triunfo de los alemanes. "Para un austriaco o un alemán, imaginar que los prisioneros podían elegir entre la cooperación y la resistencia, implica que las víctimas abrazaban una cuota de la culpa de sus torturadores", opina Malkin. "De hecho, cuando el filme fue estrenado, en Alemania se creó un crudo debate respecto a si los prisioneros debían haber elegido la muerte antes que el deshonor", asegura.Para quienes vivieron el horror del Holocausto, la situación extrema y viciada que supone un campo de concentración no puede ser comprendida sino por aquellos que la experimentaron. Aun así, para ellos tampoco es fácil adoptar una postura frente a quienes trabajaron en la operación nazi. Según ha contado el realizador en varias entrevistas, en Austria y Alemania "Los falsificadores" obtuvo algunas críticas por atreverse a hablar de un tema extremadamente sensible con fines "de entretenimiento". Los 63 años que han pasado desde el fin de la guerra aún no curan del todo la herida que dejó el nazismo en la memoria de ambas naciones europeas. Sensibilidad histórica El asunto todavía es capaz de irritar los ánimos austriacos, sobre todo a raíz de las duras críticas que han surgido desde el mundo intelectual. Así lo demostró el repudio nacional que en sus tiempos obtuvo el novelista y dramaturgo Thomas Bernhard por arremeter contra la "mentalidad nacionalsocialista oculta" de Austria; como también se advirtió en los dichos que más tarde manifestaría la escritora Elfriede Jelinek hacia su país -al que expresamente no le dedicó su Nobel 2004-, referidos a que en él aún existe un "fascismo latente". "El nazismo todavía es un tema muy sensible, aunque eventualmente la situación está mejorando. La gente que se involucró con la ideología está muy vieja, y pocos de ellos aún viven en la actualidad", afirma Stefan Ruzowitzky. "Lo de Bernhard y Jelinek fue mucho tiempo atrás, y mientras más tiempo pasa, más fácil es hablar de estos asuntos. Lo que ellos hicieron fue mostrar que el pensamiento nazi todavía era muy fuerte. Esto, por supuesto, es algo que ofende a la gente en Austria". Cuenta que sus abuelos fueron simpatizantes del régimen nazi, como muchos otros austriacos que "después de la guerra se dieron cuenta de que estaban peleando en el lado incorrecto. Sacrificaron mucho por la ideología y les fue muy difícil descubrir que fue por razones erróneas", comenta. Por ello, explica, "para mi generación es menos problemático hablar de ello. Se trata de la culpa y la responsabilidad de nuestros abuelos, lo que es bastante más fácil de decir que si se tratase de nuestros padres. Creo que hoy en Austria todo el mundo va a concordar que el Holocausto fue un gran crimen. Pero aun así, todavía hay gente que cree que fue una suerte de daño colateral", afirma el realizador. En las últimas décadas, el tema ha permanecido vigente, debido a que políticos austríacos de la extrema derecha, cuya cara más visible es Jörg Haider, han sido vinculados con el nazismo por sus dichos xenófobos. "Él fue de alguna manera una fuente importante de inspiración para la película. Haider hizo algunas declaraciones verdaderamente increíbles en favor del Tercer Reich y los nazis", comenta el director. "Ésa es la razón por la que la gente se levantó contra él; porque todavía es gobernador de la provincia de Corintia y porque nadie hace algo al respecto". Ruzowitzky, no obstante, lo hizo: encubrió su declaración política antinazi en 98 minutos de largometraje.

Crítica:
Falsificaciones, sabotajes y dramas morales fueron sus excusas.Obsesión y convención Christian Ramírez
Cambiadas para siempre después de "La lista de Schindler", las películas ambientadas en campos de concentración y de prisioneros en la Segunda Guerra han evitado en forma sistemática evocar de nuevo las patrioteras fantasías de películas como "El gran escape" y dejarse atrapar por cualquier género que no sea el drama. De algún modo, se "sacudieron" a Hollywood de encima y éste no ha vuelto a encontrar un modo de volver a insertar esa clase de emociones dentro de la más monstruosa de las tragedias. Simplemente, ya no tiene sentido. Quizás por eso es que "Los falsificadores" ganó el Oscar 2008 a Mejor Película Extranjera. A su manera, este filme posee los niveles de dramatismo, peligro y tensión que solían atraer al público de las antiguas películas de batalla, pero al mismo tiempo se las arregla para evitar varias de sus simplificaciones. El argumento le habría gustado a Billy Wilder. Apresado por la policía alemana poco antes del comienzo de la guerra, el brillante falsificador Salomon Sorowitsch de pronto se convierte en un instrumento crucial para los nazis: el mismo oficial que lo apresó por imprimir billetes falsos ahora lo quiere encabezando un plan que
desestabilizará la economía del enemigo. La obsesión de Sorowitsch por realizar su "obra maestra" es una pasión que lo devora, pero Adolf Burger -uno de sus colegas- le recuerda permanentemente que, a sólo unos metros de distancia, la maquinaria de la muerte funciona, inexorable. En términos dramáticos, Burger vendría a ser la voz de la conciencia que consigue despertar al protagonista, pero el gran acierto del filme es hacer de éste un personaje antipático, el antagonista que obstaculiza los deseos del héroe (y el público) de que "la gran estafa" salga adelante.¿Tan enquistadas se encuentran las convenciones cinematográficas en nosotros? La verdad es que sí. La increíble y terrible historia de "Los falsificadores" nos lo refriega en la cara

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